martes, 19 de junio de 2007

EL VENDEDOR

Y en aquellos días, entraba por las puertas de la ciudad un vendedor llegado de países remotos y ocurría que a medida que transcurría la jornada vendía en abundancia.
Y en aquella ciudad estaban los que tomaban pedidos y éstos habían pasado sus días sumando sus hojas de coartadas y estaban poderosamente sorprendidos. Se decían los unos a los otros, “¡Diablos! ¿Cómo lo consigue?”
Y así ocurrió que muchos se juntaron en la trastienda y había entre ellos un adivino y éste era un tipo listo. Y, hablando le preguntaron: “¿Cómo es que este forastero logró lo imposible?”
A lo cual el adivino respondió: “Aquel del cual habláis es un espabilado. Se levanta de madrugada y sale lleno de entusiasmo. No pronuncia quejas ni conoce el desespero. Viste de púrpura y del mejor lino, mientras vosotros andáis con los pantalones sin planchar”.
“Mientras os juntáis aquí diciéndoos el uno al otro “En verdad que es éste un mal día para trabajar”, él ya ha partido y cuando llega la hora undécima no necesita coartada. Sabe lo que tiene que decir y los que quisieran darle largas, le hacen pedidos. Le dicen NO cuando entra, mas al salir sus nombres estaban inscritos en la línea que tiene puntos”.
“Lleva consigo los dos ángeles, inspiración y transpiración, y trabaja como negro. Y yo, en verdad os digo, id y haced lo propio”.
AUTOR DESCONOCIDO

Con esta lectura comenzaba mi primer curso de ventas. Hace ya varios años, de eso no vamos a hablar. Lo concreto es que han pasado los años y, cada vez que lo leo, siento que es lo que necesito leer para volver a comenzar.
Aquí pretendo construir un pequeño rincón donde nos juntemos los que vivimos de las ventas. Aquellos que necesitamos reinventarnos día a día para llevar el sustento a nuestros hogares. Aquellos que, todos los días, partimos nuevamente de cero. Aquellos que hacemos de la presión de los resultados el elixir de nuestra alegre vida.
Pero también para aquellos que, como más de una vez me ha pasado, nos sentimos mal o casi deprimidos por no lograr el ansiado cierre. Que cuando nos llaman de la oficina central saltamos ante la incertidumbre.
Es de esperar que esta ventana la hagas tuya. En ventas todas las historias sirven. Yo colaboré con una. ¿Cuál es la tuya?

1 comentario:

Anónimo dijo...

El concepto de trabajo sin cesar y con mucho esfuerzo me provoca una doble sensacion pues me parece que trabajar sin descanso no es el fin de nuestras vidas y por otra si no disfrutas y te apasiona lo que haces, practicamente todo el día, seria mejor hacerlo con entusiamo con un autentico espiritu de excelencia
Gracias por tu blog¡¡